lunes, 27 de octubre de 2014

Y empezaron las reflexiones de embarazo

Este post debió haber sido escrito antes del susto de la Rubeola pero, como siempre, la vida se pasa y uno no hace todo lo que quisiera. Las notas las tengo desde hace días y el archivo abierto en la compu también. Encima, cuando empecé a escribir este post, andaba por el mundo jactándome de no sentir nada, cero síntomas de embarazo. Esos días –lamentablemente- ya pasaron. Así que al final, no sólo la vida se interpuso sino también el sueño, el cansancio extremo y, más recientemente las náuseas.

Para quitarnos el tema médico de encima, les cuento que hasta la semana seis todo anduvo perfecto, cero síntomas, cero nada. Quizás algo de sueño. A partir de la sétima, me di cuenta que sufría del mismo problema de digestión LENTA que sufrí en el embarazo de Giulia…sólo que ahora, según he descubierto este fin de semana, bastante más agravado. Con Giulia, si almorzaba un almuerzo normal (normalmente fuera de casa, en la casa siempre como ligero), ya no podía cenar porque estaba llena, y si cenaba normal, me sentía llena hasta el día siguiente. Esta vez no puedo ni almorzar porque me siento empachada ese día, y los dos siguientes. No muy simpático la verdad. Viéndolo por el lado amable (i) está en mis manos controlarlo y comer menos, y, (ii) eso me está ayudando a tener controlado el peso. Felizmente, la sensación de nauseas es sólo post-“empache” y no así de improviso así que, como dije, puedo manejarlo yo. 

Lo que si me tiene muerta es el cansancio, me duermo por los rincones y cada vez que Giulia hace siesta me hecho yo también a dormir. Si no fuera por el IPhone no vería ni mis correos electrónicos, más de una vez me he pasado el día entero sin abrir la lap top (o abriéndola y cerrándola un minuto y medio después). Tengo todos mis proyectos personales en pausa (como este blog) y avanzo las cosas a paso de tortuga. Esperemos que acabando el primer trimestre me regrese la energía al cuerpo, tengo tantas ganas de hacer cosas y tantas cosas que hacer que es un poco frustrante estar así de cansada.

Así que hijit@ mío, no te me vayas a resentir cuando veas que tu blog tiene huecos temporales largos, no era falta de intención y de voluntad, sino de energía. Si no, pregúntale a tu papá que todos los sábados se la pasa almorzando solo o teniendo que esperar a que Giulia y yo nos despertemos luego de la clase de natación.

Bueno, ahora si vamos con todas las muchas (o pocas) cosas que he estado pensando en mis (raros) momentos de lucidez:

Cuando el embarazo se confirmó a los dos días del examen de orina, fue un poco raro. No hubo el shock del primer embarazo, más bien una calma alegría. Ya no tenía los miedos de antes sino miedos distintos. Ya no me preocupaba no querer a mi nuevo hijo (ahora sé que aún si no me enamoro de él/ella inmediatamente, tengo la vida para hacerlo y lo haré cada día como me pasa con Giulia), no me estresaba la parte logística de armar el cuarto o comprar las cosas (de hecho, el/la pobre no tendrá ni cuarto), ahora lo que tenía en la mente era la parte organizativa de tener dos hijos tan chiquitos y lidiar con ellos en el día a día sola (pero igual, tampoco me quitaba (ni me quita) el sueño, lo veo hacer todos los días a algunas amigas y, aunque seguro será cansadísimo y difícil, me queda claro que este asunto de la maternidad, especialmente con niños seguidos, hay que verlo pensando en el mediano plazo (seguro los primeros meses serán durísimos), cuando las cosas ya estén funcionando, todos nos hayamos adaptado y las horas de sueño de ambos bebes se hayan hecho mas extensas).

De hecho, ¡sentía y pensaba tan poco que el futuro de este blog me tenía preocupada! Felizmente la sequía de ideas duró poco. Repentinamente empecé a sentir que tenía mucho que hacer y que todo lo tenía que hacer YA, antes que mi vida cambie aún más, antes que mi activa rutina y mis dos horas para mí (cuando Giulia duerme) dejen de ser mías otra vez y vuelva a estar “esclava” por unos varios meses.

Cuando estaba embarazada de Giulia puse algunas cosas en pausa. En esa época había empezado mi idea de estudiar Life Coaching y había encontrado las potenciales escuelas donde estudiar y todo. Un problema de visa truncó mi opción preferida (que implicaba viajar para estudiar) y luego mi falta de concentración hizo que terminara por posponer todo hasta que Giulia naciera y cumpliera 6 meses (que fue lo que al final hice, días después que Giulia cumpliera 6 meses, empecé mi curso de Life Coaching). Pero el punto es que en esa época sentía que mi cerebro estaba totalmente ocupado estando embarazado y pensando en todas las cosas que pensaba y preocupándose de todas las cosas que se preocupa. Lo que más hacía era leer sobre el embarazo y buscar información para clases prenatales, de yoga, para cunas, de decoración, etc.

Con este embarazo me pasa todo lo contrario. Por un lado, a veces hasta me olvido que estoy embarazada (o me olvidaba, antes que empezaran los síntomas). De hecho, cuando mi hermano me mando una foto de la camiseta que le había comprado a Cito (como le decimos de cariño luego del susto del citomegalovirus…ver post anteriores) me tomó un par de segundos darme cuenta que era un regalo para el bebe que YO estoy esperando (ya que estamos, mención honrosa para el tío Pollo que, por segunda vez, es el primero en comprarle un regalo a mi hij@). Por otro lado, esta vez no he leído mi media página de mi libro de embarazo. Primero porque me duermo y segundo porque siento que hay mil cosas que tengo que hacer antes que eso. Ahora sólo quiero hacer cosas, no quiero parar (lamentablemente el cuerpo no me sigue en el entusiasmo), no quiero dejar de empujar mi proyecto de coaching (el curso lo terminé hace poco y ahora estoy en fase de construcción de mi página web, de lanzar un blog y de buscar clientes para seguir teniendo más práctica y lograr una certificación internacional que me interesa), quiero hacer todo lo que pueda antes que se acabe la “calma” y empiece la “tormenta”. Esta vez mi cerebro tiene espacio de más para hacer cosas, para pensar, para escribir, para trabajar, es como que ya sabe cómo es estar embarazado y esa parte la maneja en “automático”.

Otra cosa que he sentido distinta es que me he sorprendido a mi misma queriendo tener a Cito conmigo. Esto casi no me pasaba con Giulia, es más, me pasó poquísimo y cuando pasó fue más pegado al fin del embarazo (y creo que más como una forma de hacerme a la idea de su inminente llegada). Yo nunca sentí desesperación porque nazca ni por conocerla, sabía que la conocería si o si y estaba feliz de disfrutar mis últimos meses sola. Ahora tampoco estoy desesperada, para nada, de hecho quiero disfrutar mis últimos meses con Giulia de a dos, pero sí me ha pasado imaginarme con mi bebe colgado (es una de las cosas que más me ilusiona, la idea de portarlo conmigo mucho más de lo que porte a Giulia) mientras paseo con Giulia de la mano por la ciudad. O la cara de Giulia cuando conozca a su hermanit@. Luego se me pasa y, como dije, tampoco es que quiera tener a Cito ya, pero el sólo hecho de ya haberlo pensado es una novedad en mí.

Hasta ahora, estas son las cosas que han rondado mi mente respecto a este nuevo embarazo. Espero de todo corazón, saber manejar el tema de las náuseas y la comida (o que se me pase terminado el primer trimestre) porque también me he “ampayado” a mí misma pensando “sólo hay que aguantar 7 meses más” cuando no me he sentido bien… y yo no quiero “aguantar” 7 meses más, yo quiero DISFRUTAR 7 meses más. Disfrutar la espera, disfrutar a Giulia, disfrutar a mi familia de a tres antes que sea de cuatro, disfrutar el día a día, escribir, coachear, leer, todo, y no sólo sobrevivir cada día, esperando que el tiempo pase. 

viernes, 3 de octubre de 2014

El susto – Parte II

Cuando escribí sobre el susto que nos pegamos el lunes que pasó (ver post El Susto – I) pensé que este episodio sólo tendría dos posts. Como va la cosa parece que serán tres y, quizás hasta cuatro. Jamás esperé que fuera así… de hecho, recién lo estoy procesando. Pero vamos por partes.

La noche del lunes del susto fue una bastante complicada. Me costó trabajo dormirme. Yo que andaba diciendo que no tenía síntomas de embaraza, se me vinieron todos de golpe: sentía náuseas, dolor de espalda baja e incomodidad en la panza. No encontraba la posición justa para dormir. Finalmente, pasadas la medianoche (no se exactamente a qué hora) me quedé dormida. No me duró mucho la gracia porque a las 3am estaba otra vez bien despierta dando vueltas hasta que me rendí y decidí ponerme a leer sobre el famoso CVM que tenía positivo.

A cierto punto me fui al baño y me puse a llorar. Lloré 3 minutos máximo (mientras chateaba con mi mamá y una de mis mejores amigas) y luego volví a mi cama. Ya eran las 5am y tenía pánico que Giulia decidiera despertarse a las 6:30am como había hecho el día anterior…mi día martes se prospectaba bastante largo.

Amanecí a las 7am, mareada y con nauseas. Creo que lo de la madrugada fue mi forma de soltar el estrés del día anterior y mis repentinos síntomas de embarazo, la forma de mi cuerpo (y de mi bebe) de decirme que todo estaba bien, que seguía embarazada y que no pasaba nada.

Mi investigación dio como resultado que me tranquilice por el virus este.  Al haberlo tenido antes y ser solo una reactivación, las posibilidades de contagio al bebe son realmente remotas. Además, cabía una gran posibilidad de que fuera un falso positivo.

En retrospectiva, quizás mi reacción del lunes fue exagerada, quizás aún la rubéola en mi caso no hubiera sido tan grave porque también era una reactivación y no una infección primaria, no sé y creo que nunca lo sabré pero estando embarazada tengo derecho a asustarme y a estar sensible cuando leo “aborto, muerte fetal y malformaciones” al lado de una enfermedad que supuestamente podría tener.

La cosa no quedó ahí. Estuve bastante tranquila toda la semana. Incluso leí en el libro que consulté cuando estaba embaraza de Giulia que esto del CMV no era para tomarse muy en serio cuando ya se tenía el virus en el cuerpo. Es más, me enteré que en Lima ni siquiera incluyen este análisis dentro de los exámenes del protocolo de embarazo. Todo esto me tuvo bien contenta hasta mi cita de hoy. Y ahí empezaron los problemas.

Llegué a la cita y la asistente que se equivocó con lo de la rubéola me pidió mil disculpas. Luego de la típica medida de presión y análisis de orina de rutina pasé donde el doctor que me comentó lo del CMV. Yo le dije que si sabía, que había visto los resultados, y que yo ese virus ya lo había tenido en el cuerpo desde antes. Al doctor poco le importo lo que dije, al menos eso sentí yo. Me dijo que esta era una infección reciente y que me harían un nuevo análisis de sangre para confirmar el resultado y que si salía positivo otra vez me tendrían que hacer una amniocentesis en la semana 16. Luego de la palabra amniocentesis, yo ya no escuché más, me quedé como bloqueada. Creo que le volví a preguntar, que le dije que yo había leído que si era una reactivación no era tan grave pero él insistió. Lo siguiente fue la ecografía para ver el desarrollo del bebe pero yo seguía en automático. Estaba el corazón, según el doctor que todo bien, pero yo ya ni me emocioné y me siento muy mal por eso. Ese momento es (o al menos debería ser) uno de los más felices del embarazo, cuando sientes el latido, cuando sabes que las probabilidades de que algo salga mal bajan muchísimo, pero yo no lo disfruté. Yo me quedé con esa sensación de que algo no estaba bien y no atiné ni a pedirle que me deje oír el latido o que los cuente para ver la frecuencia cardiaca (como si hicimos con Giulia)
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Yo tenía hasta pensado que luego de ver el corazón le diríamos a Giulia de su hermanit@, ahora ya no quiero hacerlo. Ahora tengo mucho miedo. En este momento sólo estoy asustada.

Saliendo del consultorio tocaba que me saquen sangre otra vez para hacer un test más exhaustivo y confirmar el resultado del primer análisis. Qué cara habré tenido que la señora del laboratorio me preguntó si me podía decir algo y, cuando le dije que si, me dijo que no me preocupara. Le dije que no lo estaba hasta hace 20 minutos y le expliqué un poco y ella también se sorprendió de la propuesta de una amniocentesis pero me prometió que, ahora que sabía más de mi historia, hablaría directamente con el laboratorio y le contaría mi caso y que, dependiendo del resultado, me dejaría hablar con el microbiólogo.

Ahora tengo una angustia espantosa, lloro a cada rato y me da una tristeza horrible pensar que, si se confirma el positivo (yo aún tengo esperanza en que haya sido un falso positivo), voy a pasar las siguientes 9 semanas preocupada esperando la amniocentesis. Yo que amo estar embarazada, que me siento tan bien, que disfruto tanto este proceso de crear vida. Y es que ahora que el tema fue mencionado, ya no creo que podría no hacerme el examen, no creo que podría vivir con la duda hasta el momento del parto, no aguantaría de ninguna manera preocupada otras 33 semanas. Es más, más de 33 semanas, todos los años siguientes, pendiente de que pueda aparecer algún rastro de contagio, algún síntoma, algún atraso en el desarrollo de mi hij@. Ahora que al doctor le pareció que la gravedad puede ser tal como para ameritar un test así de invasivo, no podré quitarme de la cabeza el asunto y siento que tengo que saber a ciencia cierta si el riesgo se hizo realidad, si mi bebe se contagió de mi.

No entiendo por qué el doctor tuvo que mencionar la amniocentesis así, por qué no esperar al menos hasta confirmar el resultado y darme al menos una semana más de paz, por qué no me dejó disfrutar del latido del corazón de mi hij@. Yo sigo pensando que no se ha dado cuenta siquiera de que yo ya tenía el virus dentro (y si es así, lo que ha hecho es imperdonable), estoy casi segura que no me escuchó (y obviamente lo volveré a mencionar en algún momento cuando se vuelva a discutir la amniocentesis). Al menos eso quiero creer.

En fin, mañana será otro día y espero de todo corazón que el paso de las horas me traiga paz y calma (y paciencia), como pasó luego de que me asustara la primera vez el lunes; que pueda quitarme de encima este pensamiento negativo de que algo no anda bien, que pueda replantear mi perspectiva pesimista de hoy y pensar en las ventajas de una amniocentesis (como saber con 100% de seguridad a las semana 16, cuál es el sexo de mi bebe) y en que aún después de la amniocentesis, todavía me queda mucho embarazo para estar feliz y tranquila.


Yo sólo quiero disfrutar de esta nueva (en este momento no tan) dulce espera…