Este post
debió haber sido escrito antes del susto de la Rubeola pero, como siempre, la
vida se pasa y uno no hace todo lo que quisiera. Las notas las tengo desde hace
días y el archivo abierto en la compu también. Encima, cuando empecé a escribir
este post, andaba por el mundo jactándome de no sentir nada, cero síntomas de
embarazo. Esos días –lamentablemente- ya pasaron. Así que al final, no sólo la
vida se interpuso sino también el sueño, el cansancio extremo y, más
recientemente las náuseas.
Para
quitarnos el tema médico de encima, les cuento que hasta la semana seis todo
anduvo perfecto, cero síntomas, cero nada. Quizás algo de sueño. A partir de la
sétima, me di cuenta que sufría del mismo problema de digestión LENTA que sufrí
en el embarazo de Giulia…sólo que ahora, según he descubierto este fin de
semana, bastante más agravado. Con Giulia, si almorzaba un almuerzo normal
(normalmente fuera de casa, en la casa siempre como ligero), ya no podía cenar
porque estaba llena, y si cenaba normal, me sentía llena hasta el día siguiente.
Esta vez no puedo ni almorzar porque me siento empachada ese día, y los dos
siguientes. No muy simpático la verdad. Viéndolo por el lado amable (i) está en
mis manos controlarlo y comer menos, y, (ii) eso me está ayudando a tener
controlado el peso. Felizmente, la sensación de nauseas es sólo post-“empache”
y no así de improviso así que, como dije, puedo manejarlo yo.
Lo que si
me tiene muerta es el cansancio, me duermo por los rincones y cada vez que
Giulia hace siesta me hecho yo también a dormir. Si no fuera por el IPhone no vería
ni mis correos electrónicos, más de una vez me he pasado el día entero sin
abrir la lap top (o abriéndola y cerrándola un minuto y medio después). Tengo todos
mis proyectos personales en pausa (como este blog) y avanzo las cosas a paso de
tortuga. Esperemos que acabando el primer trimestre me regrese la energía al
cuerpo, tengo tantas ganas de hacer cosas y tantas cosas que hacer que es un
poco frustrante estar así de cansada.
Así que
hijit@ mío, no te me vayas a resentir cuando veas que tu blog tiene huecos
temporales largos, no era falta de intención y de voluntad, sino de energía. Si
no, pregúntale a tu papá que todos los sábados se la pasa almorzando solo o
teniendo que esperar a que Giulia y yo nos despertemos luego de la clase de
natación.
Bueno,
ahora si vamos con todas las muchas (o pocas) cosas que he estado pensando en
mis (raros) momentos de lucidez:
Cuando el embarazo
se confirmó a los dos días del examen de orina, fue un poco raro. No hubo el
shock del primer embarazo, más bien una calma alegría. Ya no tenía los miedos
de antes sino miedos distintos. Ya no me preocupaba no querer a mi nuevo hijo
(ahora sé que aún si no me enamoro de él/ella inmediatamente, tengo la vida
para hacerlo y lo haré cada día como me pasa con Giulia), no me estresaba la
parte logística de armar el cuarto o comprar las cosas (de hecho, el/la pobre no
tendrá ni cuarto), ahora lo que tenía en la mente era la parte organizativa de
tener dos hijos tan chiquitos y lidiar con ellos en el día a día sola (pero
igual, tampoco me quitaba (ni me quita) el sueño, lo veo hacer todos los días a algunas amigas y, aunque seguro será cansadísimo y difícil, me queda claro que este asunto de la
maternidad, especialmente con niños seguidos, hay que verlo pensando en el
mediano plazo (seguro los primeros meses serán durísimos), cuando las cosas ya
estén funcionando, todos nos hayamos adaptado y las horas de sueño de ambos bebes
se hayan hecho mas extensas).
De hecho, ¡sentía
y pensaba tan poco que el futuro de este blog me tenía preocupada! Felizmente
la sequía de ideas duró poco. Repentinamente empecé a sentir que tenía mucho que hacer y
que todo lo tenía que hacer YA, antes que mi vida cambie aún más, antes que mi
activa rutina y mis dos horas para mí (cuando Giulia duerme) dejen de ser mías
otra vez y vuelva a estar “esclava” por unos varios meses.
Cuando
estaba embarazada de Giulia puse algunas cosas en pausa. En esa época había
empezado mi idea de estudiar Life Coaching
y había encontrado las potenciales escuelas donde estudiar y todo. Un problema
de visa truncó mi opción preferida (que implicaba viajar para estudiar) y
luego mi falta de concentración hizo que terminara por posponer todo hasta que Giulia
naciera y cumpliera 6 meses (que fue lo que al final hice, días después que
Giulia cumpliera 6 meses, empecé mi curso de Life Coaching). Pero el punto es que en esa época sentía que mi
cerebro estaba totalmente ocupado estando embarazado y pensando en todas las
cosas que pensaba y preocupándose de todas las cosas que se preocupa. Lo que
más hacía era leer sobre el embarazo y buscar información para clases
prenatales, de yoga, para cunas, de decoración, etc.
Con este
embarazo me pasa todo lo contrario. Por un lado, a veces hasta me olvido que
estoy embarazada (o me olvidaba, antes que empezaran los síntomas). De hecho, cuando mi hermano me mando una foto de la camiseta
que le había comprado a Cito (como le decimos de cariño luego del susto del citomegalovirus…ver
post anteriores) me tomó un par de segundos darme cuenta que era un regalo para
el bebe que YO estoy esperando (ya que estamos, mención honrosa para el tío
Pollo que, por segunda vez, es el primero en comprarle un regalo a mi hij@). Por
otro lado, esta vez no he leído mi media página de mi libro de embarazo.
Primero porque me duermo y segundo porque siento que hay mil cosas que tengo
que hacer antes que eso. Ahora sólo quiero hacer cosas, no quiero parar
(lamentablemente el cuerpo no me sigue en el entusiasmo), no quiero dejar de
empujar mi proyecto de coaching (el curso lo terminé hace poco y ahora estoy en
fase de construcción de mi página web, de lanzar un blog y de buscar clientes
para seguir teniendo más práctica y lograr una certificación internacional que
me interesa), quiero hacer todo lo que pueda antes que se acabe la “calma” y
empiece la “tormenta”. Esta vez mi cerebro tiene espacio de más para hacer
cosas, para pensar, para escribir, para trabajar, es como que ya sabe cómo es
estar embarazado y esa parte la maneja en “automático”.
Otra cosa
que he sentido distinta es que me he sorprendido a mi misma queriendo tener a
Cito conmigo. Esto casi no me pasaba con Giulia, es más, me pasó poquísimo y
cuando pasó fue más pegado al fin del embarazo (y creo que más como una forma
de hacerme a la idea de su inminente llegada). Yo nunca sentí desesperación
porque nazca ni por conocerla, sabía que la conocería si o si y estaba feliz de
disfrutar mis últimos meses sola. Ahora tampoco estoy desesperada, para nada, de
hecho quiero disfrutar mis últimos meses con Giulia de a dos, pero sí me ha
pasado imaginarme con mi bebe colgado (es una de las cosas que más me
ilusiona, la idea de portarlo conmigo mucho más de lo que porte a Giulia) mientras
paseo con Giulia de la mano por la ciudad. O la cara de Giulia cuando conozca a
su hermanit@. Luego se me pasa y, como dije, tampoco es que quiera tener a Cito
ya, pero el sólo hecho de ya haberlo pensado es una novedad en mí.
Hasta
ahora, estas son las cosas que han rondado mi mente respecto a este nuevo
embarazo. Espero de todo corazón, saber manejar el tema de las náuseas y la
comida (o que se me pase terminado el primer trimestre) porque
también me he “ampayado” a mí misma pensando “sólo hay que aguantar 7 meses más” cuando no me he
sentido bien… y yo no quiero “aguantar” 7 meses más, yo quiero DISFRUTAR 7 meses
más. Disfrutar la espera, disfrutar a Giulia, disfrutar a mi familia de a tres
antes que sea de cuatro, disfrutar el día a día, escribir, coachear, leer, todo, y no sólo sobrevivir cada día, esperando que
el tiempo pase.