Definitivamente,
por muchas cosas, el segundo embarazo no es como el primero. De hecho, supongo
que ningún embarazo es como los anteriores pero me atrevería a decir que el más
especial siempre será el “inaugural”. Siempre lo pensé así, incluso antes de
salir embarazada por primera vez.
Claro,
puede ser que te toque un primer embarazo muy malo y que no logres disfrutarlo
y que quizás alguno posterior sea mejor físicamente pero no sé, en mi mente, el
primero tiene el encanto especial de ser el viaje que te convierte en madre por
primera vez y eso es irrepetible. Desde un punto de vista más práctico, es el
que puedes “apreciar” más u observar y sentir más atentamente porque aún no
tienes la atención dividida y enfocada en otra personita que demanda tu cariño
y tu tiempo.
Lo que si
es cierto es que, emocionalmente, los dos traen consigo sus propios miedos y
angustias y preocupaciones. Como ya he dicho antes, mi miedo principal cuando
esperaba a Giulia era si me enamoraría de ella inmediatamente o cómo era que la
iba a querer considerando que no soy una “amante” de los niños en general. Esta
vez esa duda no la tengo. Tengo otras preocupaciones que ya he ido mencionando
pero el hecho de si voy a querer a Chiara es una cosa que no me genera ningún
tipo de ansiedad. La voy a querer y punto.
Ahora, hay
otro tema. Una cosa es preocuparse por si la vas a querer o no y otras es
preocuparse por si la vas a querer igual que a su hermana mayor. Yo la verdad
no me había planteado ese tema nunca, siempre di por sentado que sí. Alguien me
mencionó que antes de parir, una amiga le advirtió que no se decepcione cuando
al ver por primera vez a su segunda hija no sintiera lo mismo que sentía por su
primer hijo (al final mi amiga si se enamoró de su segundo hijo
inmediatísimamente y con la misma intensidad con la que ya estaba enamorada del
primero). Tampoco había yo pensando en eso.
Y es que
no me quita el sueño la posibilidad de que en el momento mismo del nacimiento
de Chiara, lo que sienta por ella no sea exactamente lo que siento por Giulia.
Justamente porque yo no sentí “amor a primera vista” con Giulia. Es más, ahora
que lo pienso, no me preocupa porque desde un principio he asumido que todo
pasará de a pocos. Porque así vi (y sigo viendo) crecer mi amor por Giulia, día
a día, sonrisa a sonrisa, pasito a pasito. Pienso que quizás me tome un tiempo
querer a Chiara igual, que puede que me demore un poco enamorarme de ella pero sé,
con total certeza, que al final las querré igual a las dos. Igual pero
diferente supongo. Igual en cantidad e intensidad pero quizás diferente en
forma… no sé.
El que no
está tan convencido o, mejor dicho, el que sí está preocupado, es Alberto. Él
si me he dicho que le da miedo no quererla igual. El sí está preocupado por no
sentir lo mismo. La verdad no lo hemos discutido mucho y no hemos desmenuzado
su preocupación para entenderla más a fondo pero lo que yo creo que pasa es que
para él es difícil imaginar que puede tener la misma relación con un bebe
“aburrido” que con una niña de dos años que es completamente interactiva, se
comunica y es graciosa y simpática (la mayoría de las veces), con la que se
puede jugar y hacer cosas e ir al parque.
Admitámoslo,
los primeros meses de un bebe son medio “sin gracia”, al menos para mí…y
supongo que los es más aun para el papá (al menos para Alberto) que no tiene la
cercanía que tiene la mamá (usualmente al menos…el sólo embarazo ya nos pone a
las madres en una situación de ventaja frente al papá y, lo mismo hace, por
ejemplo, la lactancia) y pretender tener la misma relación y la misma cercanía y
el mismo sentir, quizás sea mucho pedir. Y no tiene nada de malo además. Estoy
segura que él también se enamoró de a pocos de Giulia y se enamora cada día más
y lo mismo pasará con Chiara.
No sólo
para la mamá el segundo embarazo es diferente. También lo es para el papá (y me
atrevería decir que para todo el mundo que te rodea, incluido el doctor que
estoy segura medía a Giulia en la panza más seguido de lo que mide a Chiara).
La verdad nunca he tenido esta conversación con otros papás pero, en mi
experiencia, hay un poco de “yala”, “been
there, done that” también su caso. Se pierde el factor novedad. Ya no se
tiene la “emoción” (o quizás debería decir el estrés) de tener que comprar todo
lo que se necesita o de investigar y saber del embarazo. Ya las patadas y
movimientos son menos emocionantes (para mi si lo son, debo decir, sobre todo
porque Chiara se sigue moviendo muchísimo). Ya como que se sabe todo lo que
viene y queda solo esperar. De hecho, estoy casi segura que para cuando se
acerque más la fecha de parto, Alberto estará bastante menos desesperado que lo
que estaba con Giulia (que todas las mañanas preguntaba “¿Ya? ¿Sentiste algo en
la noche?)… yo creo que él también querrá disfrutar hasta el último momento
nuestra etapa de a tres.
Es
diferente también porque ahora los dos estamos pensando más en la logística de
algunas de nuestras rutinas. Todo se vuelve más práctico. Justo ayer
comentábamos sobre nuestra rutina nocturna. ¿Cómo íbamos a incluir a Chiara, su
baño su dormida en el que es uno de los momentos más lindos de nuestro día? Con
Giulia se creó todo a partir de ella y con ella aprendimos qué es lo que nos
funcionaba mejor. Ahora todo eso que funciona tan bien (digamos que normalmente
nos funciona muy bien, no es que tengamos la rutina perfecta pero digamos que
tenemos nuestra forma de hacer las cosas) va a cambiar o tenemos que ver si
logramos cambiarlo lo menos posible incluyendo a Chiara. Ya no llega un bebe
por primera vez a una familia que recién se forma, ahora llega un bebe a una
familia ya formada… y ahora nos preocupamos por afectar lo menos posible el
orden que nos gusta y a la primogénita de la casa (me decían un par de doulas con las que hablé que los
segundos –y siguientes- hijos saben o sienten que llegan a una familia así,
como que saben su lugar, no se si será así).
Justo ayer
también comentábamos que, con todos y los tropiezos y las dificultades que trae
convertirse en una familia (para mi hasta antes de Giulia éramos una pareja y
no tanto una familia completa), ahora estamos en un muy buen momento. Alberto y
yo hemos aprendido, no sin discusiones obviamente, a complementarnos bastante
bien y en los momentos en que yo no tengo tanta paciencia (que lamentablemente
ahorita son un poco más frecuentes por el cansancio…ya contaré mis últimos días
en un siguiente post), Alberto saca paciencia de no sé dónde. Hemos aprendido a encontrar nuestro estilo de
crianza… uno que nos acomoda bastante (y que también nos ha traído serias
conversaciones) y que le funciona a Giulia. Hemos encontrado un orden… orden
que en máximo 5 semanas se convertirá en caos… y que en unos meses, espero no
tantos, recuperaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario