lunes, 25 de mayo de 2015

Esperando – 40 semanas y contando

Una vez más, heme aquí esperando. Ayer cumplí las famosas 40 semanas y, aquí estoy, con insomnio, escribiendo este post.

Yo que estaba tan feliz porque había logrado dormir bien los últimos días, otra vez las hormonas me traicionaron y vengo dando vueltas en la cama (y ahora en el sofá) hace horas. Me he puesto y quitado las medias dieciocho veces, puesto y sacado la casaca otras dieciocho, subido y bajado las escaleras al menos siete, cambiado de sofá y de colcha y/o sábana otras tantas y tomado ya dos vasos de leche (que seguramente no serán lo último que tome).


Así terminé durmiendo ayer.

En momentos como estos es que si pienso en que mejor ya doy a luz (aunque insisto, quién dice que voy a dormir mejor después del parto). En realidad, todavía no es que tenga un real apuro en parir. Aún me siento bastante bien, no estoy taaaan pesada aunque si es cierto que la presión de la panza se siente cada vez más. No es que “no quiera” dar a luz, es que tampoco “quiero”, simplemente quiero que pase cuando tenga que pasar, en el momento que sea pero que, de ser posible, sea de manera natural. El problema es que, tomando en cuenta que se me acaban los días que me quedan antes que me induzcan, pues sí, entonces si, por ese apuro, ya quiero que Chiara haga su aparición y estoy dispuesta a hacer de todo esta semana para apurar las cosas.

La verdad es que la inducción en sí misma no es tan grave, no es mi escenario ideal, pero es un procedimiento que ya conozco y con el que me fue muy bien. Lo que quiero evitar es terminar con una cesárea por una inducción que no funcione. Ahora, si funcionó la vez pasada que todo estaba en contra mío, no tendría porque no funcionar esta vez…eso es lo que me digo todos los días.

Ya desde hace dos semanas estoy yendo a que me monitoreen dejando un día… y desde hoy tengo que ir diariamente. Creo que eso es lo peor de llegar al final final del embarazo (al menos aquí que empiezan con los monitoreos frecuentes tan pronto; me decían que en Perú y en Austria sólo lo hacen cuando ya te pasas la fecha probable de parto), al menos para mí. Hasta lo del sueño es manejable (bueno, es manejable porque, felizmente, si he tenido días de dormir bien, seguro que si dormía mal TODOS los días ya estaría desesperada por dar a luz) porque puedo recuperar alguito durante el día (aunque hoy ha sido un día particularmente pesado con ninguna recuperación de sueño). Con esto del mal sueño me la paso en conflicto pensando “ya ven Chiara” o “mejor hoy no que estoy tan mal dormida que no aguantaría un parto”. L

No estoy segura exactamente sobre qué es lo que me desmoraliza tanto de ir a que me hagan el Test Anti Estrés, no sé si es la pérdida de tiempo (entre una cosa y otra al final son dos horas de que se me van, tiempo que era para mi y que se me va a acabar del todo pronto), no sé si es el miedo -cada vez más real- de que en una de mis idas me digan que me quedo a dar a luz y así perder mi chance de tener un parto no inducido o si es el tener que estar ahí sentada tomando café y comiendo chocolates para hacer que Chiara se mueva (no es muy “mañanera” y casi siempre está dormida cuando voy así que encima no se mueve y eso hace que el monitoreo tome más tiempo y que yo termine casi con coma diabético). No sé, el asunto es que de verdad me desanima estar yendo a la clínica tan seguido. Por otro lado, cada vez que me estoy por quejar por tener que ir, me acuerdo del caso de una ex compañera de trabajo que perdió a su bebé de un día a otro, al día siguiente de su probable fecha de parto, y ya me olvido un poco.

Lo bueno de todo es que mis papás ya están aquí y que, al menos, hago mi peregrinación al monitoreo en compañía (aunque me da pena que los pobres se peguen ese viajecito tan aburrido) y que me están ayudando muchísimo jugando con Giulia (que, obviamente, ni me mira casi) que está que no puede más con los abuelos en la casa.
Pero bueno, seguiremos esperando y confiando en que Chiara aparecerá pronto. Su hermanita la espera con ansias (le dice “¡Chiara sal!” y se dibuja abrazándola) y dice que ya va a venir a la casa de Giulia…ojalá no se equivoque y venga más temprano que tarde.
¡Los mantendré informados!





PD: En defensa de Alberto, debo decir que él se ofrece todos los días a dormir en el sofá o en el colchón pero soy yo la que le dice que no se preocupe porque nada asegura que yo si me duerma si me quedo en nuestra cama… ¿asi que para qué nos vamos a incomodar todos por gusto?

martes, 12 de mayo de 2015

Manejando expectativas

Fue tan buena mi experiencia en el parto anterior (la pueden leer aquí) que en ningún momento en este embarazo he tenido miedo del parto. Siempre he dicho que quiero que sea como el primero con las pequeñas “mejoras” que me fallaron con Giulia. Me gustaría que fuera natural de verdad (o sea no inducido) y, de preferencia, no medicado (léase, sin epidural). Me muero de la curiosidad de sentir que empieza el trabajo, que “ya es hora” y saber cómo se siente una contracción “natural”. Se supone que las contracciones inducidas son más fuertes que las naturales y por eso quiero saber cómo es una natural (porque la verdad las inducidas no me parecieron taaaaaan graves…al parecer mi umbral del dolor es alto, me lo han dicho siempre).

Claro, no le tengo miedo al parto pero tampoco es que no me genere ciertos nervios. A nadie le gusta sentir dolor y obviamente a mí tampoco pero creo que quiero ver a mi cuerpo hacer lo que debe y sabe hacer. Dar a luz es algo tan natural que me gustaría ver a mi cuerpo en acción, quiero dejarlo hacer su trabajo sin interrupciones y sin interferencias. Yo sé, a mucha gente le parece una locura esto y no entienden por qué querría hacerme esto y no facilitarme la vida con una epidural pero no, para mí es como un proceso que me gustaría vivir, quiero saber qué se siente y si pasar por eso afecta de alguna manera la forma como uno se siente respecto a su hijo una vez que nace, respecto a una misma. En fin…

Con la finalidad de repetir la experiencia esta vez me preocupé desde el principio de congregar a los mismos actores de la vez anterior: misma clínica, mismo doctor, misma enfermera obstétrica. El primer obstáculo fue que la doula que me acompañó hace 2 años y medio ya no vive en Budapest sino en Estados Unidos. Ya ahí no más empezamos con las dificultades.

El punto con todo esto es que un parto (como casi todo en la vida) es impredecible y nunca se sabe cómo va a pasar todo. Y eso está bien, me pasó la primera vez y no colapsé, tenía contemplado que podía ser así y digamos que las cosas que para mí eran más importantes (como dar de lactar inmediatamente y tener a Giulia conmigo lo más posible después del parto) se dieron. Por sugerencia de mi doula (y por un poco de sentido común) hice una lista de las cosas que quería en orden de prioridad para saber cuáles eran aquellas por las que pelearía hasta el final y cuáles las que podía dejar pasar. Y a pesar de la inducción y la epidural, sentí que fue el parto que quería.

A pesar de eso, creo que la emoción de este segundo embarazo y la idea de que el segundo es “más fácil” o que “ya sé cómo es” me hicieron perder de vista que aun juntando a los mismos actores, el guion podría cambiar radicalmente. Que las cosas que pueden salir “mal” todavía son muchas, muchas más de las que me fallaron la vez pasada (o mejor dicho, las mismas salieron más la vez pasada más aquellas que pudieron salir mal y no pasaron). Y aunque las cosas “no negociables” creo que las puedo tener en todos los casos, digamos que la experiencia podría ser no “tan buena” como la anterior.

Felizmente, alguien me hizo notar esto hace ya varios meses, casi al principio y ya en mi cabeza me he hecho a la idea de que quizás la experiencia no se repita o, más claramente, no sea tan buena porque está claro que igual no va a ser de ninguna manera. De todas formas, como siempre, aunque soy consciente de los posibles “problemas”, espero el mejor escenario… no hay razón para preocuparme por cosas que no puedo controlar…. Además, mi doctor me dijo que una de las razones por la que mi primer parto fue tan bueno es porque soy una optimista… y eso es algo que sí puedo controlar y que pretendo mantener hasta (espero) el último momento.


Pasando a la parte práctica. Ya tengo doula (me tenía un poco decepcionada pero ya la quiero otra vez), ya hablé con la enfermera obstétrica y ya tengo su teléfono para llamarla apenas empiece el movimiento, ya hablé con el doctor. Ya les di mi plan de parto y todos estamos en la misma página.

Ya comencé también a tomar las pastillas homeopáticas que me recomendaron en el embarazo anterior y que no se si ayudaron o no en el parto pero, nada pierdo con probar otra vez. De hecho, mi doula (que se llama Ágota) es también experta en homeopatía y pienso llevar las pastillas al parto mismo…dicen que hacen diferencia.

Lo del sueño sigue de mal en peor…o al menos es impredecible. No se cómo será cada noche pero ya básicamente duermo sola (o Alberto o yo nos mudamos al cuarto de huéspedes) y me va mejor… Todas las noches empezamos con la buena intención de dormir juntos pero al final no funciona. Hoy que vino Ágota (que también es profesora de yoga) me hizo una clase veloz con posiciones que me podrían ayudar a relajarme para dormir (y otras para el parto) así que veremos cómo me va.


¿Se acuerdan lo lindo que era que ahora tenía tiempo para mi y para despatarrarme en la casa? Pues ya no tengo tanto: ya empecé a tener las citas interdiarias en las que me monitorean la panza con el test “anti estrés” que mide los latidos del corazón de Chiara, sus movimientos y las (hasta ahora inexistentes) contracciones de mi útero. Y si me paso de mi fecha que es el 24, tendré que empezar a ir todos los días. Por el momento todo va bien, cero movimiento (como con Giulia) pero la diferencia es que esta vez sí siento cosas que con Giulia no sentí: calambres inesperados en la ingle que me hacen pararme a sobarme, la panza más dura (pero creo que porque siento más bebe que antes… no se si es la posición o qué pero yo me siento más llena de bebe), dolores de espalda más notorios… 

Según el doctor que es grande (tampoco inmensa pero no es chiquita), que ya debe estar en los 3.2kg y para el miércoles pasado medía ya como 50cm según su fémur (de hecho, su cabeza medía ya 9.56cm así que ya le dije que deje de crecer…¡¡o al menos que le deje de crecer la cabeza!!).